Comentario de Hern�n sobre Solaris, la remake de Steven Soderberg de la pel�cula de Tarkovsky
Steven Soderberg es un director vers�til. Un d�a hace una remake de una pel�cula de Sinatra y, acto seguido -�por qu� no darse el gusto?- la remake de una de Tarkovsky. Lo m�s llamativo de su carrera, sin embargo, no es la diversidad de sus proyectos sino que pueda basarse en el cine del Rat Pack o en Stanislav Lem o en Elmore Leonard y hacer pel�culas tan parecidas. Uno podr�a pensar que tal cosa es la consecuencia m�s normal de lo que se llama �estilo�. Y estar�a en lo cierto, si el �estilo� de Soderberg no fuera un limitado arsenal de recursos que distan de ser propios -y que utiliza insistentemente para subrayar su posici�n de �autor� en la m�quina Hollywood. Su obra es la expansi�n, en una decena de pel�culas y otros tantos g�neros, del modo visual empleado por John Boorman en A quemarropa (1967) �un formato, a su vez, derivado de los �nuevos cines� europeos. Todo lo que Soderberg usa -esos tiempos muertos, esa narrativa sincopada y fragmentaria, esa mezcla de recuerdo y percepci�n presente- fueron innovaciones narrativas hace ya m�s de treinta a�os. Hoy, son recursos fechados que convierten sus pel�culas en rarezas anacr�nicas.
Estos problemas hacen de Soderberg el director norteamericano ideal para encarar una remake de Solaris. La versi�n Hollywood ya se hizo: es la abismal Esfera (Barry Levinson, 1998). Soderberg, realizador retro, perpetuo saqueador de las formas de los setenta, da la espalda a la obvia inflamaci�n hollywoodense de hoy y va por el camino opuesto: su pel�cula carece de todo lo esperable en una superproducci�n de ciencia ficci�n, incluida la acci�n. Por eso no traiciona, pero tampoco renueva, reinventa. Un poco por su presupuesto y mucho porque parte de su proyecto era rarificar lo cotidiano, la pel�cula de Tarkovsky cuenta el futuro con elementos del presente. Soderberg se da el lujo de casi hacer lo mismo: aunque los eventos suceden en una estaci�n espacial que orbita un planeta terrible, bien podr�an pasar en una habitaci�n de hotel. Y no simplifica el relato, ni lo acelera: su pel�cula es a�n m�s herm�tica que la rusa, al punto que es dif�cil de seguir si no se vio la original o se ley� la novela. Es una copia �respetuosa�, aunque mucho menos cautivante en sus im�genes.
La trama problematiza la aparici�n de duplicados o �visitantes�, seres salidos de la memoria de los astronautas que orbitan Solaris �una gran masa pensante, gigantesca met�fora del inconsciente- y que adquieren una personalidad propia cuando empiezan a interactuar con sus �creadores�. La pel�cula de Soderberg repite los interrogantes metaf�sicos de Tarkovsky, con la diferencia de que ella misma es un duplicado, una replica con peque�as variaciones, en consecuencia la pregunta que se hacen los personajes puede volverse sobre s�: �para qu� existe?
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