martes, febrero 04, 2003

Hern�n dice:

Ayer fui al ciclo de Fassbinder, pasaban Palabras al viento de Douglas Sirk (era una de las pel�culas favoritas de R.W., tambi�n de Almod�var), con Rock Hudson, Lauren Bacall y Robert Stack. Fue como ver el mejor cap�tulo de Dallas, aunque mucho m�s consciente de su veta trash y con unas corrientes subterr�neas de sexualidad descomunales -que en la televisi�n son siempre menos intensas porque, como cada cosa tiene que explicitarse, no se puede llegar muy lejos. Todo ten�a un problema sexual en el centro: hab�a millonarios petroleros impotentes, hermanas ninf�manas, relaciones ed�picas y Rock Hudson. Rock, -s�lo hasta 1950 alguien se pod�a llamar as� en serio- el amigo fiel �y �pobre�- del millonario, se sinceraba y dec�a cosas como �no quiero casarme, ya tengo demasiados problemas con la extracci�n del petr�leo� o, a la ninf�mana: �no malgastes tu vida esper�ndome, es in�til�. Hab�a trama para diez telenovelas. Estaba todo: la miseria de los ricos, las enfermedades innombrables, el aborto involuntario, la nobleza de los �pobres�, los amores cruzados. Todo indicaba artificio, desde las flores rojas de pl�stico que aparec�an en casi todos los planos de interiores, las escenograf�as y decorados que no ten�an la menor intenci�n de parecer reales a las actuaciones, completamente excesivas �Robert Stack: un 10. La pel�cula pide que se la mire con distancia, en varios niveles. Y de hecho, es lo que sucede. En la funci�n estaba el p�blico snob como yo: nos re�amos de todo para hacer notar que entend�amos el chiste. Tambi�n estaba el p�blico ultra-snob, que chistaba a los snobs indicando que ellos tambi�n entend�an el chiste pero que no s�lo no les parec�a gracioso sino que adem�s hab�a cosas muy serias que analizar all�. Y tambi�n estaba Carolina, mi novia, que llor�. Claramente, Sirk no estaba pensando s�lo en amas de casa cuando hac�a estas pel�culas. La se�al m�s persistente que encuentro de tal cosa es que cuando escribo esto estoy tentado de poner comillas cada dos palabras. La pel�cula misma lo dice a trav�s de una met�fora bastante frecuentada: el �nfasis en la extracci�n de petr�leo �planos de maquinaria que bombea aparecen r�tmica y regularmente en toda la pel�cula: esto, como todo, funciona a dos niveles, es una t�pica alusi�n al sexo y tambi�n una invitaci�n a la b�squeda de motivos ocultos, inconscientes. Hay que avanzar hasta las profundidades para extraer oro negro, es decir, sentido. Sirk pide esta lectura, pero lo hace con humor. El final es una puesta en escena tan explicita de temas �psicoanal�ticos�, otra vez las comillas, que no puede ser tomado en serio. En la oficina del zar de imperio petrolero Hadley, recientemente muerto, la hija ninf�mana llora mientras acaricia una peque�a torre que se mantiene en un perfecto �ngulo de 45 grados. La misma torre que el padre sostiene con orgullo en un cuadro del fondo. Sirk, con una sonrisa, indica que la hija, en realidad, no se comportaba como una puta para dar celos y seducir a Rock, claramente gay y enamorado del personaje de Robert Stack, sino a su propio padre, que la ignor� siempre. El mismo tipo de ambig�edad puede verse en todos los personajes, sus problemas parecen unos, pero bien podr�an ser otros: Stack, el petrolero alcoh�lico, �bebe porque no puede tener hijos o porque no puede llevar adelante su relaci�n homosexual con Rock? El personaje m�s monol�tico, el que carece de esta ambivalencia es tambi�n, justamente por lo mismo, el m�s enigm�tico. Todo en Lauren Bacall, en su personaje, es un misterio, tal vez porque su sexualidad permanece inexplorada. As� como la hermana ninfo est� siempre caliente, Bacall es fr�a. �D�nde est� su deseo? Nadie en la pel�cula parece saberlo.

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