La extensa nota del comisario pol�tico Horacio Verbitsky en la edici�n dominical de P�gina/12 confirma, lamentablemente, su degradaci�n moral, ya tal vez sin redenci�n posible. �Demasiados a�os de enjuagar ropa sucia y publicar aguas servidas! Pudiendo ser un buen periodista, incluso brillante, �l opt� por la permanente manipulaci�n pol�tica, en el peor sentido. Hace mucho que enga�a desaprensivamente a sus lectores si con ello cree beneficiar a alguien por quien aboga, nunca trasluciendo sus verdaderos m�viles.
En funci�n de no s� cu�les operaciones pol�ticas, asume ahora el papel de defensor de dos personajes siniestros, en este caso Alberto Fern�ndez (jefe de Gabinete) y Claudio Moroni (S�ndico General de la Naci�n), secuaces el uno del otro. El �nico en no enterarse de la clase de corruptos que son estos personajes es Verbitsky. Ellos han manejado el sector Seguros ?de cuya operatoria Verbitsky no entiende una jota- durante casi todo el menemismo, r�gimen que HV denunci� como absolutamente corrupto. Pero ahora nos dice que Fern�ndez y Moroni, dos de los grandes sirvientes de Menem en el manejo de un sector donde se mueve much�sima plata, obraron honest�simamente. �C�mo, entonces no estaba todo podrido con Menem?
Hace poco, HV ensalz� con frenes� a Mart�n P�rez Redrado, con elogios que convirtieron al propio Verbitsky en el hazmerre�r del pa�s, que ya no se enga�a sobre sus piruetas mentales y verbales. Una vez m�s, el �nico en desconocer la laya de P�rez Redrado es Verbitsky, repentinamente seducido por el golden boy, uno de los paradigm�ticos representantes del menemismo. Alguien denunciado incluso por Amalia Fortabat como coimero, y apa�ador de los Macri en una estafa a peque�os inversores por 34 millones de d�lares, seg�n comprobaci�n de la Comisi�n Nacional de Valores, ahora es una suerte de Che Guevara del antineoliberalismo porque consagra sus afanes al gobierno actual, con el que Verbitsky ha sellado un extra�o pacto de obscena adhesi�n.
A Verbitsky las peque�as cuestiones de la honradez y la hombr�a de bien no le interesan: si el presidente Kirchner designa a Moroni y a P�rez Redrado, �stos adquieren por ese solo hecho patente de impolutos y h�roes de la nueva era pol�tica. Lo cierto es, sin embargo, que si alguna brizna de credibilidad le quedaba a�n prendida a la ropa, a Verbitsky se le ha volado definitivamente. Se recordar� tambi�n, entre tantas posiciones asombrosas de HV en el pasado, su alineamiento absoluto con Fernando de la R�a a mediados de los ?90.
Cambiando de tema, pocos d�as atr�s implosion� bochornosamente la Agrupaci�n Periodistas, que �l fund�, pero HV no le dedica una l�nea a la cuesti�n en su largo serm�n dominical. El vuelve a afirmar que la no publicaci�n de mi columna no fue un acto de censura, callando adrede lo que sabe muy bien: que esas mismas denuncias, en notas pormenorizadas, hab�an sido publicadas por m� en P�gina/12 a�os ha, sin suscitar querella alguna por parte de Fern�ndez ni de Moroni por una sencilla raz�n: las denuncias contra ellos son aplastantes, salvo para el candoroso Verbitsky. Ellos lo saben demasiado bien, y tienen miedo porque si en este pa�s se restablece la Justicia, ir�n presos.
Es por eso tambi�n que mi situaci�n de censurado ha experimentado un ascenso: ahora soy un proscripto. No s�lo se tir� a la basura una nota m�a: luego se me despoj� de la columna y de todo otro espacio desde el que pudiera volver a denunciar la corrupci�n del gobierno de Kirchner. De esto HV tampoco dice nada, pero s� opta por publicar mi vieja columna, que ya todo el mundo conoce sobradamente gracias a Internet, convirti�ndose �l en una especie de Verbitsky/12 de segunda mano. �Gracias, compa�ero Horacio, por tu compromiso inquebrantable con la libertad de expresi�n! �C�mo puede la politiquer�a conducir a tanta enajenaci�n mental?
Mientras tanto, HV refiere sus fallidos encuentros con la c�pula gerencial y period�stica de P�gina/12 en t�rminos irreproducibles, concluyendo que son personas con las que es imposible todo di�logo. Pero como para que no queden dudas sobre su bajeza, HV afirma que mi denuncia ?fue un conmovedor grito de desesperaci�n y despedida?, extendi�ndome as� el certificado de defunci�n debido al c�ncer que padezco. Sin embargo, y por sugerencia suya, yo acababa de tomar un turno con su esposa, la doctora M�ller, home�pata, que �l me recomend� ?en la misma visita que le hice el jueves a pedido suyo- para mejorar mi estado general y moderar cualquier efecto colateral de la quimioterapia. Por precauci�n, y sin que esto implique juicio alguno respecto de la ideoneidad y la conducta profesional de la facultativa, acabo de cancelar el turno. Tuve la fantas�a de que era Horacio Verbitsky quien me prescrib�a las drogas, y me sobresalt�.
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