lunes, febrero 14, 2005

After chaban o Contra el rock chabon

Con la salida del n�mero de febrero de las revistas mensuales recrudeci� el tema Croma��n. Salieron muy buenas notas en Rolling (Plotkin, Ortelli et al) e Inrocks (Valerio, Miguelez, Salas et al) y, ayer, en Radar, una charla muy interesante, coordinada por Mariana Enriquez, entre periodistas de cada uno de los medios dedicados al ?rock?. En todos esos lugares, creo, apareci� una autocr�tica del periodismo. Me parece fant�stico que, por lo menos, uno de los sectores involucrados, aunque sea muy tangencialmente, en lo que pas� no se dedique exclusivamente a ver a quien puede echarle la culpa para proclamarse totalmente inocente, tal como hace una parte del p�blico (que invent� el ritual de los fuegos artificiales, con sus quemados y focos de incendio y ahora pide las cabezas de Chab�n e Ibarra) y el grupo que toc� esa noche (que ten�a a su cargo la seguridad y permiti� el acceso de fuegos artificiales, tras celebrarlos en cientos de shows y hasta en promociones, y que obviamente sab�a exactamente la cantidad de gente que estaba en el lugar porque cobra sobre las entradas vendidas (�y quien se llev� esa plata?) y ahora organiza marchas contra Chab�n). En ese paisaje de cegados y miserables, por lo menos los periodistas dicen ?algo hicimos mal?. Me parece muy bien y, al mismo tiempo, pienso que esa autocr�tica no es enteramente necesaria. Es acertada, creo, cuando significa que, aunque esta era una desgracia anunciada, casi nadie plante� el problema, casi nadie llam� la atenci�n sobre la tragedia que se ven�a gestando (aunque los 192 muertos fueran imprevisibles, todos sab�amos sobre la violencia y el desprecio por el otro que se genera en el clima de barra brava de estos shows y eso era suficiente como para empezar a reclamar que se parara la pelota). No hacerlo fue un error. Sin embargo, no me parece una autocr�tica necesaria cuando significa que el periodismo m�s masivo no dio espacio al rock barrial. Este supuesto ?ninguneo? del rock chab�n me parece una postura �tica y est�tica perfectamente v�lida, responsable, y con la que estoy completamente de acuerdo. El rock chab�n es un fen�meno social y comercial que carece de atributos positivos. Musicalmente es regresivo, po�ticamente es nulo. Sus ?atributos? son su representatividad (en el sentido de que mucha gente se siente representada por �l, no de que efectivamente lo sea, o de que esta representatividad lleve a alguna mejora de sus vidas) y que, y esto tampoco es necesariamente una virtud, despierta un alt�simo grado de compromiso entre sus fans. (El fan del rock chab�n, sin plata y sin cultura, solo puede ofrecer su cuerpo ?en el sacrificio de ?dar todo?- por la banda). Y, por esto mismo, es especialmente da�ino con la gente m�s vulnerable. �Porque, entonces, habr�a que hacer cosas que podr�an volverlo m�s visible, incentivarlo, darle m�s posibilidades de llegada? El rock chab�n un emergente del deterioro econ�mico sostenido y el consecuente retroceso de la educaci�n en nuestro pa�s, igual que, por ejemplo, los delitos violentos, los embarazos adolescentes o el desempleo (todo esto creci� de la mano, �es coincidencia?). Pero, entendamos, NO es una forma de resistencia al deterioro, es parte de �l. Como tal, y como fen�meno de masas, el periodismo dio cuenta de su existencia m�s de una vez. En todos los medios se habl� y mucho de La Renga, de Los Piojos, y de algunas bandas m�s chicas. Pero cubrir la aparici�n de todas las nuevas bandas, rese�ar todos los discos, comentar conciertos ya no es an�lisis de un fen�meno, es promoci�n. Y creo que fue, justamente, la muy acertada percepci�n de lo funesto del rock chab�n por parte de los periodistas, lo que fren�, en parte, esta promoci�n (aunque, lamentablemente, sin demasiadas consecuencias para el crecimiento del g�nero, porque grupos y fans no compran/leen/creen en diarios y revistas). ?�Qui�n dice que el rock chab�n hace da�o, adem�s de un idiota como vos??, me podr� preguntar un fan. Para mi es evidente (y no me refiero a los 192 cad�veres), y se puede comprobar con los discos en la mano. El rock m�s popular de otro pa�s, la argentina de los setenta y principios de los ochenta, nos hablaba de otro modo y nos reclamaba cosas mejores. En su conjunto, la m�sica de Spinetta, por ejemplo, dice algo muy claro a sus oyentes: ?�educate!, �superate!?, busca las palabras que no conoc�s en el diccionario, averigua quien era Artaud?. El rock de hace veinte o treinta a�os abr�a puertas. Si uno se sent�a interpelado por una canci�n y era medianamente curioso, iba a terminar obteniendo de ella mucho m�s que un estribillo para tararear. Callejeros, La 25, etc. dicen exactamente lo contrario: ?conformate con lo que sos porque est� bien, quedate donde est�s porque ese es el lugar m�s aut�ntico?. Es imposible que uno de sus discos te env�en a alguna otra cosa. Est�n cerrados sobre si. Son un callej�n sin salida, una estructura recursiva consagrada a la inmovilidad social. La autenticidad, tal como la entiende el rock, es una forma velada de conformismo: ?No cambies, se siempre igual, mantenete fiel a lo que sos?. �Es posible implantar una idea m�s retr�grada en la pr�xima generaci�n de clase media/baja?? Con toda su ?rebeld�a?, el rock chab�n, como la cumbia villera que celebra la vida en la villa, es un dispositivo de control social. Y como la cumbia villera, el rock chab�n es un producto con un mercado espec�fico, cuyo marketing es la apariencia de no tener marketing, de ser una manifestaci�n ?natural? y ?aut�ntica?. (�Qu� tan aut�ntico es el reclutamiento de fans con micros, la distribuci�n de banderas y merchandising para los shows? Pablo Plotkin nos explicaba en el programa del sabado que la logistica para llenar los shows de la 25 est� calcada de los m�todos del reclutamiento de gente del peronismo del Gran Buenos Aires). Parad�jicamente, el rock que se pretende m�s aut�ntico es el que m�s le miente a su p�blico. El, digamos, el glam rock dice ?esto es un juego, una mentira, una ficci�n; juguemos a que todos somos estrellas?. El punk dice ?todos podemos intentarlo?. Todo esto es cierto. Pero el rock chab�n dice ?ustedes y nosotros somos iguales? y eso es mentira. Como los productores de cumbia villera, esta claro que Chizzo o Andres Ciro no viven tal como sus fans. Ellos habitan un mundo distinto al del pibe que tiene que pedir monedas para tomarse dos colectivos y un tren para llegar al show, pero no pueden mostrarlo. Las bandas quedan presas de su discurso. Los ?aut�nticos? que les dicen a sus fans ?no cambien?, deben aparentar ser siempre los mismos para no traicionar a las expectativas que crearon. Es decir, el discurso de la autenticidad lleva necesariamente al enga�o. Como todo, el rock chab�n tiene su marketing pero, a diferencia del pop, del glam, de la disco, del techno, etc. es el �nico que no ironiza sobre �l, que no invita a sus fans a reconocerlo, a hacerse conciente de los dispositivos que se ponen en funcionamiento sobre ellos y luego, si tienen ganas, a seguir el juego (todo esto es demasiado sofisticado y, en consecuencia, inaut�ntico). Al rock chab�n no le queda m�s remedio que taparlo: escabulle su estrategia de mercado, se disfraza de ?aut�ntico? y se�ala a los que no lo hacen como ?caretas?, el enemigo. �Hay algo m�s perverso?
Alguien podr� decir: la gente tiene derecho a elegir el entretenimiento que m�s le place. Si elige el rock chab�n o la cumbia, es fascista y condescendiente decirles: ?no, mejor esto no porque no es bueno?. Pero esa elecci�n, como la de cualquiera de nosotros, es una construcci�n, una estrategia, sale de lo que el marketing tiene reservado para ese grupo seg�n clase, edad e ingresos, no es una manifestaci�n natural de la voluntad popular. La gente lo elige porque es lo que le dan. Si le dieran otra cosa o si fuera m�s conciente de los hilos que tambi�n funcionan sobre ellos (esa inconciencia, rayana en la fe religiosa, es lo que no deja a las victimas que organizan marchas ver la responsabilidad de Callejeros en lo que pas�) seguramente elegir�an otra cosa. El rol del periodismo es hacer concientes esos hilos, exponer lo que no pueden ver por estar donde estan o ser quienes son. Por eso, el ataque al rock chab�n, al exhibici�n de sus mecanismos me parece la actitud m�s responsable. Lamentablemente, desde la prensa escrita casi no tiene efecto sobre sus fans.
Lo deseable, claro, no ser�a simplemente que no existiera el rock chab�n, sino que no existieran las condiciones que lo hacen posible. Es una estupidez plantear que los chicos de 16, hijos de desocupados, que viven en el conurbano y que dejaron el colegio porque total no ven, con o sin secundario, ninguna posibilidad de tener una vida mejor que sus padres, tengan que cambiar sus cds de Callejeros por lieder de Schumann. Pero no es una estupidez pensar qu� hacer para que no haya tantos chicos en esas condiciones. El rock chab�n existe porque, desde hace varias d�cadas, en nuestro pa�s, cada nueva generaci�n es un poco menos educada y sofisticada, cada vez un poco m�s primitiva. Para revertir esto, claro, hacen falta mejores condiciones de vida, un pa�s m�s justo. Una utopia, bah. �Es un salto muy grande: del rock chab�n a la utopia? Creo que no, porque para empezar a pensar en ella, entre otras cosas, es necesario que se rompa el c�rculo de complacencia y conformismo y se deje de festejar y convertir en horizonte moral y est�tico a lo trivial, lo corriente, lo llano o lo elemental porque es m�s ?aut�ntico? (cuando en realidad, solo es lo que hay, lo m�s f�cil, lo que se tiene al alcance de la mano y por eso provoca una identificaci�n m�s inmediata). Es mucho m�s arriesgado (y dif�cil, y �til) invitar a pensar en algo m�s elaborado, menos inmediato, menos al alcance de la mano. Celebremos aquello que abre puertas, sobre todo a aquellos que no encuentran demasiadas puertas abiertas, no lo que las cierra. El rock puede ayudar. Y el que no ayuda (�hace falta aclarar: como el rock chab�n, como la cumbia?), no sirve

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