jueves, mayo 05, 2005

El Rey de la Comedia, by Fabi�n Casas

Mi viejo me despert� temprano, por tel�fono, para que le compre la �ltima Rolling Stone (yo y mi viejo estamos en esa �ltima etapa de la relaci�n padre-hijo, al borde del parricidio, en la que se invierten los t�rminos). El hombre quer�a la Rolling porque la revista organiz� una encuesta donde se vot� a los 100 mejores programas de todos los tiempos y No Toca Bot�n, de Alberto Olmedo, sali� votado en el quinto puesto. Y hoy, mientras hojeaba la revista y le�a las estupideces que dec�a el soci�logo de turno sobre Olmedo, me puse a pensar en �l, en la relaci�n de mi viejo con �l y en la de Alberto conmigo. Un tipo realmente extra�o, Olmedo.

Mi pap� tuvo dos amigos centrales en su vida y la muerte de cada uno de ellos signific� un punto de inflexi�n en su forma de ser. Eusebio, el Rey del barrio de Boedo, fue su iniciador en los ritos de la calle. El tipo se cay� -mi viejo siempre mascull� que se tir�- desde un techo muy alto mientras arreglaba una canaleta de su negocio. Olmedo, su otro gran amigo, como se sabe, se cay� desde las alturas del edificio Maral, de la Feliz City. Mi viejo tambi�n tiene otra teor�a en torno a este segundo salto al vac�o de otro de sus amigos.

Mi viejo fue algo as� como el secretario privado -representante ocasional-mano derecha- hombre de confianza-etc.- de Olmedo. Y mantuvieron una larga amistad durante casi veinte a�os. A�os que abarcaron mi primaria, pubertad y adolescencia. Para m�, Olmedo estaba dividido en significante y significado. Por un lado, estaba el hombre virtual, el televisivo. Creo que Olmedo fue un innovador, dotado de un gran genio. Un tipo de la televisi�n -empez� como tiracables- que se dedic� mostrar su inmadurez, lo bajo, como dir�a Gombrowicz. Y fue la eclosi�n de una escala que empezaba en el clown de circo -Olmedo tambi�n hizo circo cuando era joven- pasaba por Pepe Biondi y culminaba en �l.

Biondi todav�a ten�a los cachetazos de los payasos, pero ya interpelaba a la c�mara y al espectador cuando le tocaba largar los remates. Olmedo toma a Biondi en ese estado y logra hacer del aparato televisivo una pr�tesis suya. Y a diferencia de Biondi, que estaba muy guionado, Olmedo utilizaba lo espont�neo, movi�ndose con libretos improvisados que le serv�an de l�mite. Pero, como Jimmy Connors, jugaba siempre al fleje. En eso fue como un rapper. se dejaba llevar por su improvisaci�n. Creo que como un genio nato, Alberto no intelectualizaba lo que hac�a, simplemente lo hac�a.

En el lado del significado, estaba el otro Olmedo, el que conoc� y que era como un t�o para m�. Fue el tipo que para un cumplea�os me regal� un reloj Cartier que, a�os despu�s, cuando lo fui a vender al Trust Joyero porque necesitaba guita para tomarme el buque, comprob� falso: el reloj ten�a la marca Cartier, pero la m�quina no lo era. As� que no val�a nada. Me pareci�, mientras el relojero me daba la mala noticia, escuchar de fondo las risas de la claque de No Toca Bot�n. Otra vez, en una de mis innumerables peleas con mi viejo, �l me cita para la reconciliaci�n en el canal (odio los canales de televisi�n, odio a la gente de la televisi�n). Entro al camar�n y Beatriz Salom�n me dice que espere, que mi viejo est� en el estudio. As� que me siento por ah� y de golpe, entra Alberto. Nos ponemos a charlar y me dice que �l est� preocupado porque mi viejo est� preocupado porque se enter� que yo estaba tomando drogas. Me dice que tengo que ser m�s amigo de mi viejo y que �l lo entend�a porque tambi�n ten�a una relaci�n conflictiva con sus hijos mayores. De golpe, como si pudiera mirar la escena desde arriba, me doy cuenta que el hombre que me est� aleccionando �est� vestido de Manosanta! �Con la peluca sobre su rodilla derecha!

Mi hermano el Drag�n -el que me sigue en edad- me confes� un d�a que a �l le quemaba la cabeza cuando sal�amos a las siete de la ma�ana para ir al colegio y en el living de casa todav�a estaba Alberto y buena parte del elenco de No Toca Bot�n bailando pogo. Lo raro era que cuando nos hab�amos ido a la cama, la noche anterior, todos estaban de muy bajo perfil. El Olmedo fuera de c�mara era un hombre taciturno, de pocas palabras. Pero a medida que se estimulaba y avanzaba la noche, se convert�a en el hombre lobo. Cuando se muri� Coquito -Humberto Ortiz-, Olmedo, mi viejo y Miguelito (conocido como El Enano de Oro) llegaron al velatorio en estado deplorable. Se pararon frente al caj�n y quedaron conmovidos por c�mo el c�ncer hab�a consumido al ladero de Piluso. Pero cuando salieron a la vereda, se cruzaron con el hijo de Ortiz que entraba a otro velatorio -el velatorio de actores y artistas de variedades queda uno al lado de otro-. Entonces volvieron a entrar y se dieron cuenta de que hab�an estado en el velatorio equivocado: �el de Nicolita, el enano de Marrone! �Por eso les parec�a que Ortiz estaba consumido!

Con el paso del tiempo Alberto Olmedo empez� -a pesar de su gran popularidad- a convertirse en un actor de culto. Yo detesto el culto a Olmedo. Mi viejo tiene corbatas con la cara de Alberto, relojes con la cara de Alberto... Los intelectuales encuentran en Olmedo un sinfin de s�mbolos para ?pensar? al hombre argentino. Le gustaba tanto a do�a Tota como a Luis Alberto Spinetta. Es cierto que Alberto form� parte de un linaje de c�micos que entr� casi en extinci�n. No s� qu� lugar le hubiera deparado el ojo idiota en la catedral del rating en esta �poca. Pero cuando a veces veo los programas viejos, veo a Borges y Alvarez (el nombre Borges no es casual, Olmedo a�oraba la inteligencia, hacer alg�n d�a un papel dram�tico) en su paso de comedia tipo Bochini y Bertoni, no puedo dejar de pensar en el albatros de Baudelaire. El en aire, hermoso, extraordinario. En el piso, sobre cubierta, masacrado por los marineros, que le apagan los puchos en sus alas, para vengarse de tanta belleza. Don�t Touch Bot�

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