miércoles, junio 29, 2005

Don't eat the yellow snow, by Fabi�n Casas

Porque una noche, en New York, mir� por televisi�n una propaganda donde se ve�a un castillo fantasmal, con un rayo cay�ndole de fondo. Cuando la c�mara subjetiva cruzaba el foso del castillo y se abr�a el inmenso port�n, se ve�a una sala de freaks post org�a en torno a un bigotudo sentado en el trono de un rey. Uno de los que estaban por el piso, balbuceando, le dec�a "Frank, decinos qu� fue lo que tomaste cuando compusiste Ratas Calientes". Y Frank, mirando a la c�mara, con su voz gruesa, dec�a "era s�lo un poco de cerveza". Acto seguido, en la pantalla se sobreimprim�a un "Not drugs".

Porque cuando salieron los CD, los dos primeros que me compr� fueron Abbey Road y Joe�s Garage.

Porque cuando me agarr� El Horla y me dio un pesto b�rbaro, la m�sica de Zappa metabolizaba mi taquicardia y me daba alegr�a a pesar de que yo estaba definiendo a penales con Caronte y cada vez que me tocaba patear a m� lo hac�a al medio y despacio.

Porque soy un prejuicioso y siempre me resulta sospechosa la gente a la que no le gusta Zappa.

Porque Zappa entendi� mejor que nadie que el horror, a determinado nivel de ebullici�n, se convierte en risa. Y tambi�n en m�sica.

Porque Zappa creci� en un desierto. Y cuando cumpli� 17 a�os y su madre le pregunt� qu� quer�a de regalo, le dijo que s�lo unas monedas para poder llamar a Edgar Varese y decirle que era un genio.

Porque Zappa marc� un l�mite dentro de la m�sica y destroz� las categor�as de los cr�ticos. Hizo su trabajo y, a su manera, fue invisible.

Porque ahora su cerebro se encierra en una melod�a inexplicable. As� que, don�t eat the yellow snow. Y nos ponemos de pie.

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