Molloy, el personaje de la novela hom�nima de Samuel Beckett, es un linyera que narra -en la primera parte del relato- sus desventuras en busca de su madre. En ese largo viaje que inicia sin saber bien por qu�, pasa por pruebas que lo sumergen en una lenta degradaci�n (chupa piedras como �nico hobby, pierde una muleta, se arrastra sobre el barro, etc.).
Anoche, mientras miraba el noticiero por la tele, una noticia me llam� la atenci�n. En el barrio de La Boca, m�s exactamente en la calle Hernandarias, los vecinos se quejaban porque un hombre llamado Eduardo Vilao juntaba desde hace meses, en su casa -una casa en ruinas- bolsas de basura.
Los vecinos dec�an que el lugar se hab�a convertido en un foco infeccioso. Frente a los medios y los funcionarios del Control de Calidad Ambiental de la Ciudad, las c�maras tomaron a un hombre de m�s de cuarenta a�os, con un pullover viejo, abriendo la puerta de la vivienda ?donde vive solo- frente a la insistencia de su hermano, quien trataba de convencerlo, por las buenas y frente a las c�maras que los hostigaban.
"Mostrales que no ten�s basura, s�lo bolsas repletas de pl�stico", le dec�a el hermano. Vilao tir�, desde su terraza, bolsas a la calle. S�, estaban repletas de residuos pl�sticos, bolsas dentro de bolsas, como en una caja china, vasos de gaseosas, materia martirizada inservible. "Mi hermano es un buen hombre -le dijo a las c�maras el buen hermano- pero est� muy solo y se le dio por juntar bolsas y amontonarlas en su casa sin ninguna raz�n. Ni siquiera las vende".
Para ese entonces, los vecinos se hab�an dividido en dos grupos: los que defend�an a Antonio y los que lo quer�an matar. "Antonio es un buen hombre y nosotros vamos a ayudarlo para que saque la basura de su casa. Pero el gobierno tendr�a que ver que ac�, a pocas cuadras, el Riachuelo est� infectado de una basura monumental y nadie hace nada", dec�a un joven con pinta de artesano porrista.
Mas all� de que es un garr�n vivir al lado de alguien que acumula basura en su casa -en una toma a�rea de la tele se ve�a el patio interno repleto-, me qued� pensando en que este hombre -de manera involuntaria- era un artista aut�ntico.
Vivimos la inflaci�n del arte conceptual. Un tipo en Londres guarda su excremento en peque�as botellas y lo expone en las galer�as. Sin embargo, hay algo tan premeditado en el efecto, que el arte conceptual no s�lo no sorprende, sino que aburre. Parece que las im�genes, tan saturadas, quedaron fuera del campo del arte y est�n en manos de los protagonistas espont�neos: dos aviones derribando a las torres gemelas, un hombre, solitario, guardando basura en su casa abandonada porque no soporta la soledad y, como todo el mundo, tiene que hacer algo para que el tiempo pase. Frente a un arte domesticado, sin pathos, estos hechos producen la verdadera conmoci�n est�tica y espiritual.
Duchamp vive en La Boca, pero en la beca Kuitca tambi�n quieren que se desprenda de la basura, porque, viste, este tipo se est� pasando de rosca.
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