El s�bado paso fui, en la trasnoche ?dos de la matina-, a ver El Aura, la nueva pel�cula de Fabi�n Bielinsky. Hab�a una cosa que fustigaba mi curiosidad: Lingenti estaba conmigo y la iba a ver por segunda vez, a pesar de estar cabeceando de sue�o.
Como yo hab�a visto Nueve Reinas, la verdad es que no albergaba muchas expectativas, y me llamaba la atenci�n la persistencia de mi amigo. Nueve Reinas me hab�a parecido una pel�cula demasiado epigonal de Casa de juegos, de David Mamet, y me sorprend� cuando en Estados Unidos hicieron una remake de la pel�cula de Bielinski �Una remake de una remake? En esa pel�cula, Dar�n repet�a una actuaci�n estereotipada y Gast�n Pauls ni siquiera actuaba. En la de Mamet, Joe Mantegna se mov�a fabuloso en medio de un gui�n extraordinario. No importaba la vuelta de tuerca final con el estafador estafado, en Nueve Reinas era imprescindible porque era lo �nico que pasaba.
En El Aura, Fabi�n Bielinsky sigue los pasos de David Mamet. Pero esta vez su influencia es la base donde edifica un film notable y muy personal. El lema filos�fico de una de las pel�culas de Mamet -"las cosas cambian"-, rige buena parte de los sucesos de El Aura. Y hasta se tematiza con estas mismas palabras en uno de los momentos del film.
El Aura es un film para ver m�s de una vez. Lingenti ten�a raz�n. Tiene un gui�n notable y muy fuerte que no para de expandirse. Pero no es una pel�cula que termina cuando comprobamos que todas las l�neas de la historia est�n bien ensambladas. Al contrario, la metaf�sica de la soledad, que es el contenido inestable del film, -y en esto se diferencia de Nueve Reinas- crece hasta ser un estatuto filos�fico que justifica a la pel�cula y que no llega a ninguna conclusi�n. Es un film de preguntas, y no de respuestas. En esto, Bielinsky va a la contra del cine estereotipado y tranquilizador.
�Cu�l es, a grandes rasgos, la historia? Un taxidermista (Dar�n) viaja -de manera accidental, despu�s de que lo deja la mujer- al sur. M�s precisamente, a los bosques del sur. Tiene una mente obsesiva, detallista, y sue�a con lograr el golpe perfecto. Bielinsky logra ah� la primera haza�a del film: limpia al significante Dar�n -actor simp�tico, chanta bonach�n, etc.- y lo convierte en un personaje similar al extranjero de Albert Camus. Es un ser fr�o, indolente, un muerto en vida, como los animales que recupera. Tambi�n padece de ataques epil�pticos, que le producen desmayos (uno de estos ataques va a ser funcional a la trama).
El segundo gran acierto del director, en el plano de actores, es lo que logra con otro de los personajes principales del film: el perro con ojos de diferentes colores. El perro, al igual que Dar�n, es un solitario, de car�cter hosco, que va a convertirse -ayudado por la c�mara de Bielinsky- en un aliado del taxidermista.
No voy a ahondar mucho m�s en la trama, para los que todav�a no la vieron. Pero quiero decir que una de las escenas del film es notable: la filmaci�n de un asalto desde la visi�n del taxidermista, con la c�mara sabiendo lo mismo que ve Dar�n. La econom�a de recursos vuelve a esa escena fundamental: parece uno de esos asaltos que nos pueden salir al cruce, de golpe, en medio de la calle.
Juan Luis Mart�nez, un poeta chileno, escribi�: "Cuando era chico me perd� en el bosque, y ahora el bosque tiene mi edad". El bosque en el que el taxidermista se pierde es otro de los protagonistas del film. Es un bosque real, en t�rminos lacaneanos. Si no hacemos s�ntoma con la realidad -con lo Real que es monstruoso- nos podemos volver locos. El taxidermista encuentra una manera de no volverse loco. �Cu�l ser�
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