En el final de El Retrato del Artista Adolescente, de James Joyce, el personaje central -alter ego del autor- Stephen Dedalus encuentra las herramientas con las que inciar� una vida dedicada a la escritura: silencio, destierro y astucia son los preceptos que se autoimpone para ser un artista cabal y cambiar el mundo. Muchos a�os despu�s de la muerte de James Joyce, otro joven replic� el viaje inici�tico bajo la misma sant�sima trinidad. Se llamaba en ese entonces Robert Zimmerman, pero cuando cambi� la piel se convirti� en Bob Dylan.
Acabo de terminar la lectura de Las Cr�nicas que Dylan escribi� y se decidi� a publicar. Y quiero contar las sensaciones y los pensamientos que me suscitaron. Por el lado de las sensaciones, la perplejidad al estar leyendo datos �ntimos que Dylan -esta vez s�- quiso contar. No hay, claro, detalles escabrosos ni sorpresas amarillas. Tampoco me importaban. Pero me encanta leer que Dylan llega a su casa y levanta la tapa de una olla para saber c�mo va el guiso que le est� haciendo su mujer. Detalles �ntimos, m�nimos, contados con una prosa excelente. Parece que Dylan tambi�n escribe bien. Cuando adjetiva, cuando simplemente panea un paisaje, se ve que estamos frente a la pluma de un escritor notable.
La descripci�n que da de Bono, cuando �ste lo visita en su casa, es demoledora: "Me recuerda al t�pico personaje de las pel�culas viejas que logra arrancarle una confesi�n al sopl�n d�ndole con las manos limpias. Si Bono hubiera emigrado a los Estados Unidos a principios de siglo, habr�a sido un polic�a".
El libro pendula siempre entre la confesi�n personal de estados de �nimos y la vaguedad de los datos, algo muy propio de Dylan. Cuando habla de su mujer, nunca identifica a una en especial y parece que fuera la misma a lo largo de toda su vida. Pero sabemos que eso no fue as�. Sus hijos tampoco tienen nombre. Pero est�n ah�. En cambio, cuando habla de sus lecturas o de los escritores y m�sicos que lo formaron, es exacto, y las descripciones, extraordinarias. Es decir, estamos ante una autobiograf�a autorizada de Zimmerman.
Voy a hablar de los que me construyeron como Dylan, pero no de mi vida privada con lujo de detalles. Dylan, en este caso, practica la inaccesibilidad que le exig�a Don Juan a Carlos Castaneda. Esta tensi�n, algo hist�rica, no perjudica al libro. Alcontrario, lo vuelve m�s intenso. Ahora bien, de lo que cuenta Dylan, uno puede sacar varias conclusiones. Ah� van:
Bob Dylan es uno de los grandes artistas de todoslos tiempos. No es s�lo un gran compositor, como, por ejemplo, Neil Young. Dylan ha superado el rango musical, es un artista cuya importancia puede compararse a la de Marcel Duchamp. El arte contempor�neo en todas su expresiones (y la vida, la percepci�n del mundo, se ha modificado despu�s de que el ejecut� su "trabajo". Y las cr�nicas que ha escrito nos sirven para entender por qu� Dylan es el autor, entre otras cosas, de "Like a Rolling Stone", una de las canciones que cambiaron la morfolog�a de la m�sica moderna.
No creo que sea importante que Lionel Messi tenga que leer la Fenomenolog�a del esp�ritu de Hegel para jugar mejor. Lo que sabe, parece saberlo de manera at�vica y, con entrenamiento, se puede llegar a perfeccionar. Pero es un dotado y, en el f�tbol, el dotado tiene el techo asegurado. Muchos m�sicos de rock se parecen a Lionel Messi. No saben m�sica, leen muy poco y sin embargo algunos son compositores notables. Hay tambi�n algo at�vico en hacer m�sica. Bob Dylan no s�lo ten�a ese don natural, sino que adem�s era un gran lector. Una m�quina de escudri�ar al mundo en todas sus manifestaciones. Por las cr�nicas pasan sus lecturas -y sus opiniones- sobre Rimbaud, James Joyce, Mac Leish, Kerouac, Ginsberg, Corso, la historia de los Estados Unidos, los m�sicos tradicionales del folk, los pintores abstractos y dem�s.
Por eso Dylan es diferente, porque su bagaje cultural, nacido de su profunda curiosidad, le otorgaba una distancia entre su personaje y su persona (si fuera argentino, no s�lo habr�a le�do a Borges, sino tambi�n a Zelaray�n). Y su carrera parece tallada para ser estudiada por Vladimir Propp. El viaje del h�roe -con sus m�ltiples ordal�as- est� guionado a la perfecci�n. La salida muy joven de su pueblo natal (Hibbing), la b�squeda de su �dolo (Woody Guthrie), los misterios sobre sus or�genes, el cambio radical con la electrificaci�n del folk, el accidente de moto y las conversiones religiosas. Cada paso de Dylan es un paso vertical, profundo, adobado con silencio, destierro y mucha astucia.
Otra cosa notable que ense�a la carrera de este genio es la voluntad de ponerse de pie. Dylan no ten�a una voz notable y sab�a que no era un gran m�sico. No le import�. El mundo como voluntad y representaci�n. No importa los que nos limite. Si uno decide pararse de la silla, parece decirnos, es mejor que estemos determinados a hacerlo hasta las �ltima consecuencias, porque como el mundo gira, es posible que cuando nos queramos volver a sentar, la silla ya no est� en el mismo lugar y nos tengamos que quedar parados, como idiotas, hasta la muerte. En versos de Le�nidas Lamborghini: Habla/ di tu palabra/ y si eres poeta/ eso/ ser� poes�a/.
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