A los 17 a�os entr� en la Federaci�n Juvenil Comunista. Mi jefe de c�rculo era Fabi�n Polosecki, quien muchos a�os despu�s crear�a un programa llamado El otro lado, que ser�a, involuntariamente, parodiado por Gast�n Pauls. La historia se repite dos veces, primero como tragedia y despu�s como parodia, dec�a Carlos Marx. Polosecki termin� tir�ndose debajo del tren que va para Tigre. Pero no es s�lo esto lo que quer�a contar...
Una noche, Polosecki nos dio a todos los que form�bamos parte de su grupo, el carnet del PC. Lo recuerdo perfectamente: era rojo, ten�a la forma de una libreta de enrolamiento y dec�a en una de las primeras hojas: "No dejes que este carnet caiga en manos de la reacci�n". La reacci�n. Me guard� el carnet en el bolsillo y, mientras volv�a en subte hacia mi casa -donde viv�a con mis viejos-, me puse a pensar qu� querr�a decir "la reacci�n". Conoc�a el verbo reaccionar. Pod�a decir que un equipo reaccion� a tiempo y le inclin� la cancha a otro. Pero algo me dec�a que no se trataba de eso. Una de esas noches, despu�s de otra reuni�n de la Fede, volv� a mi casa muy tarde y me encontr� a mi viejo en mi pieza, sentado en mi cama, delante del p�ster de Invisible, con mi carnet rojo en la mano. El tipo estaba enojado y me quer�a matar. Me dijo que los militares nos pod�an liquidar a todos si se enteraban que alguien de la familia estaba en el PC. Y que la pol�tica era peligrosa. As� que mi viejo era la reacci�n. M�s claro, echale agua: no dejes que este carnet caiga en manos de la reacci�n. Tarde.
Entre mis 17 y 20 a�os tuve serios enfrentamientos con mis viejos. En ese entonces mis �dolos eran los rockeros que escuchaba en un Winco blanco: Manal, Spinetta, Sui Generis, Los Gatos, Moris... De manera ingenua, asimilaba esa m�sica con la revoluci�n. Me vest�a como se vest�an los rockeros: vaqueros, sacos con pa�uelos y remeras deste�idas, toppers negras. La frase de la canci�n de Dylan, que hab�a traducido, reflejaba lo que yo pensaba: "Tengo mi cabeza llena de ideas y ac� me obligan a lavar el piso, en la granja de Maggie no trabajo nunca m�s".
Cuando empec� a fumar porro, me tuve que ir del PC. Ning�n revolucionario puede hacer la revoluci�n si est� tomando drogas, a menos que la revoluci�n parezca venir en pasta negra, con Sargent Pepper o Blonde on Blonde. Hoy creo que siempre se ha intentado unir ciertas cosas que claramente son antag�nicas. En ese momento, la pelea entre rockeros y chetos era notable y clara. O los mods y los rockers en Gran Breta�a. Pero despu�s las cosas cambian y no todo es lo que parece. Conceptos tranquilizadores como derecha e izquierda, empiezan a mutar hasta volverse inservibles. Pero por ahora conserv�moslos. Aunque la palabra reacci�n ha ido cambiando, como una luz de giro, hasta llegar a denominar a personas que jam�s hubiera pensado como reaccionarias.
Hace poco le� una nota donde un cr�tico teorizaba que Bob Dylan -seg�n lo infer�a de las Cr�nicas que el cantante acababa de publicar- era de derecha. Realmente no me sorprendi�. La mayor�a de los grandes artistas son de derecha. Mejor dicho, la derecha parece escribir (o pintar, o componer) mejor que la izquierda. T.S. Eliot, mis�gino, homosexual reprimido, mon�rquico, antisemita, escribi� uno de los grandes poemas de todos los tiempos: The Waste Land. Ezra Pound termin� jugando a un tenis imaginario en su c�rcel de Pisa para mantener el estado atl�tico. Y de paso escrib�a los incre�bles Cantos Pisanos. �Qu� hac�a ah�? Estaba detenido acusado de traici�n a la patria, por apoyar a Mussolini. En la letra de Desolation Row, Dylan los hace pelear entre s� en la cubierta del Titanic.
James Joyce pensaba que la segunda guerra mundial era una mierda porque imped�a la expansi�n de la influencia del Ulises. Francamente un artista es alguien en el que no se puede confiar. Su arte est� por encima de todo y el cambio radical de una sociedad debe venir por el genio colectivo y no por la recalcitrante individualidad de esta gente. Sin embargo, cuando se vuelven seres sensibles, de izquierda, escriben bodrios como, por ejemplo, El Libro de Manuel, de Cort�zar. El mejor Cort�zar, sin duda, era el muchacho de derecha que se fue del pa�s porque la casa estaba tomada por los parlantes que transmit�an los discursos de Eva Per�n. Ac� el concepto de reacci�n se vuelve parad�jico. La derecha expulsaba a la derecha. Pero hay una vuelta m�s. Muchos han querido ver a Arthur Rimbaud peleando en la comuna de Par�s. Rimbaud, que escribi� que "hay que cambiar la vida", y que propag� "el desorden de los sentidos", en realidad termin� como un autista, solo, en el desierto africano amarrocando oro para comprar nada. Pero su mensaje lleg�, el desorden de los sentidos es el que pone en camino al personaje de Jack Kerouac en On The Road. Este libro inici�tico lanz� a generaciones de j�venes a las rutas del mundo. Ernesto Guevara hizo lo mismo, pero �l, a diferencia de Kerouac y al igual que Buda, se dio cuenta de la miseria y el dolor y termin� tomando las armas. �Saben qu� hubiera hecho Guevara ya convertido en comandante con alguien que le propon�a el desorden de los sentidos? Lo hubiera fusilado. Lo mismo que hacen esos granjeros con los dos motociclistas de Busco mi destino.
Guevara -�cono de la imaginaci�n al poder en el 68- escribi� la contra cara de On The Road: Los diarios del Che en Bolivia. Una autobiograf�a kafkiana -y genial en t�rminos literarios- de un hombre encerrado en un p�ramo est�ril. Este libro es la distop�a de la gloriosa juventud que se lanz� a cambiar el mundo. Este libro es mucho m�s contradictorio y antirrevolucionario -si lo vemos en t�rminos pedag�gicos de izquierda- que Paradiso, del Proust del Caribe. Por suerte, las obras de los artistas superan a los artistas, se vuelven impredecibles hasta para los mismos ejecutantes. En la repetici�n, regresan como una voz extranjera.
De todas formas, nos gusta vivir en el enga�o. Creemos que el de un stone arrojando un televisor desde un balc�n es un gesto de transgresi�n. Madonna nos parece una mujer que ha llegado para destruir todos los moldes conservadores. Nos parece que ella es la propia arquitecta de su gui�n personal. Pero en realidad s�lo est� representando un lugar com�n que no intranquiliza a nadie. Madonna es como Zoolander, un hist�rico obsesionado por c�mo va a ser mirado.
La verdadera contracultura, o c�mo se llame, que est� sucediendo ahora mismo, es invisible. Cuando se hace visible, deja de existir. �Y qu� voy a hacer con aquel p�ster de Invisible? Luis Alberto Spinetta (aquel pescado rabioso que escribi� el famoso manifiesto rock duro m�sica suicidada por la sociedad) que toca en la Casa Rosada (cuna del poder real) y en el Hotel Faena (cuna del poder virtual). Spinetta, uno de los m�sicos a los que podr�amos llamar geniales, es, en realidad, un padre de familia glamoroso, que se considera "un dios", seg�n lo dijo en un reciente reportaje. Tal vez esta disociaci�n que nos obliga a hacer un m�sico o un escritor cuando lo escuchamos decir estupideces, podr�a servirnos para ver las cosas m�s claras. Impulsados por cierta ingenuo optimismo, hemos pensado que alguien que escrib�a "Los Libros de la buena memoria" ten�a que ser un estadista preclaro a la hora de abrir la boca con, por ejemplo, el caso Croma��n. Pero el reciente reportaje a Spinetta en P�gina 12, no deja dudas: Spinetta es un pensador de derecha, mediocre, que, a la hora de componer, la rompe. �O es de izquierda? Cuando dice que: "Las masas van a ver ciertas bandas que responden al poder popular hirviente, con m�sica sometida al hervor, caldeada por el hervor popular, que es como una especie de piquete inoperante de la expresi�n rockera", �qu� est� diciendo? La palabra piquete usada despectivamente -tan cara a los taxistas m�s fachos- est� en boca de un artista notable. Lo cierto es que en la Casa Rosada y en el Hotel Faena, es imposible que alguien pierda la vida en un concierto de rock. Los muertos vivos, en cambio, parecen estar en el escenario.
Creo que se podr�a escribir mucho sobre el lugar que ocupan las piezas de los adolescentes en la arquitectura familiar. La pieza de mi primo, por ejemplo, era un lugar notable para m�. El era de la JP, era pintor y su pieza sol�a estar repleta de discos de los Beatles, Comics de Hugo Pratt y libros sobre Giacometti, Picasso y Pollock. Tambi�n, en cierto momento, hab�a bombas caseras. De alguna manera �l era el vector que filtraba en mi casa paterna la efervescencia de los setenta. Con el tiempo, fue perseguido y golpeado, tanto por sus "Compa�eros", como por la dictadura. Walter Benjamin contaba que los hombres que hab�an visto el horror de la guerra, volv�an silenciosos porque no ten�an nada para contar, hab�an perdido la experiencia. Mi primo, que pensaba que estaba cerca de la revoluci�n, tuvo que perder.y se volvi� un ser silencioso, un Rain Man. Y abandon� el arte y la pol�tica, por igual. Alguien le hizo Scratch a su vida y despu�s de eso el disco ya no corri� igual. Algo similar le pasa al Motociclista de Rumble Fish, ese extraordinario poema de Francis Ford Coppola. A pesar de que Rusty James -su hermano- vive pendiente de �l y le exige que vuelva a comandar las pandillas, �ste se niega y se muestra desencantado con su pasado. "La droga mat� a las pandillas", le dice. Y le agrega: "Para llevar gente hacia alg�n lado, primero hay que saber ad�nde ir". Y el motociclista es un poeta en estado terminal: cansado de las respuestas, ahora parece moverse en estado de pregunta. Esa incertidumbre tan dif�cil de soportar. Los que saben a d�nde ir, no dudan.
Los que tienen que gobernar, no se pueden permitir el lujo de no saber qu� hacer. Gran parte de las obras que me interesan est�n infectadas por el riesgo y la incertidumbre. Su hermano, que no ha logrado construir su propia individualidad y vive pendiente de lo que hizo El Motociclista en el pasado, se parece mucho a ese p�blico est�ril que vive esclavizado por el humor del artista. Para que el hermano resucite, El Motociclista se tiene que sacrificar. En este punto, volvamos a Spinetta. "Me parece que la gente no sabe respetar a sus dioses", dijo el m�sico en la mentada entrevista. Los dioses a los que alud�a, claro, eran �l y el parnaso rockero local. Si s�lo tenemos vidas que intentan durar en el sentido m�s literal. Vidas suburbanas, insulares, fustigadas por la publicidad, por lo que se debe decir y vestir y sin una pisca de originalidad, estamos condenados, entonces, a vivir el fantasma de los dem�s: es decir, a construirnos s�lo en lo que nos reflejan Spinetta, Maradona y otros c�lebres. Porque el mundo est� parcelado en determinados campeonatos que siempre ganan otros. �Qui�n habr� inventado toda esta mierda? Me viene a la mente , ahora, ese momento de la pel�cula La ca�da, cuando una mujer muy joven se tira encima de Hitler y le dice: "Por favor, F�hrer, no nos deje caer, sin usted no somos nada. D�ganos qu� tenemos que hacer".
La gente mira televisi�n mientras prepara la cena de la noche y espera que alguien le diga qu� es lo que tiene que hacer. Los primeros cazadores humanos viv�an presionados por la obligatoria vigilia a la que lo somet�a la presencia de los grandes depredadores. Esto no ha cambiado. Un par de tiros que se escuchen en la noche, y todos caemos en mano de la reacci�
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