Director's cut de una nota que sali� muy reducida.
Seg�n una encuesta realizada por el American Film Institute, la cita m�s celebre de la historia del cine no es otra que ?Bond? James Bond?, la ya cl�sica presentaci�n que el esp�a brit�nico hace de s� mismo en Dr. No (1963). Aunque en ese momento el personaje ya llevaba diez a�os de existencia literaria, fue la fusi�n de su imperturbable estilo con la interpretaci�n magn�tica de Sean Connery lo que logr� convertirlo en unos de los prototipos de masculinidad del siglo XX y en un �cono de nuestra cultura popular.
James Bond fue creado por Ian Fleming en 1953. En las novelas, el esp�a es un asesino despiadado, actor solapado pero crucial de la guerra fr�a, con pocos rasgos de humanidad y capaz de hacer lo necesario con tal de completar su misi�n. Aunque el personaje era una invenci�n absoluta del autor, algunas de sus ideas salieron de su experiencia como agente del servicio de inteligencia ingl�s. En efecto, Fleming fue un esp�a en la Uni�n Sovi�tica y alcanzo el grado de comandante del imperio brit�nico (el mismo de Bond) por sus servicios a la corona. Tan mujeriego como su personaje, el escritor protagoniz� varios esc�ndalos sexuales, el m�s notorio sucedi� cuando una de sus amantes, Lady Anne Rothemere, una mujer comprometida con otro hombre, qued� encinta. A los 44 a�os, Fleming, un caballero ingl�s despu�s de todo, decidi� abandonar la solter�a y casarse, pero antes se mud� a Jamaica por una temporada durante la que, en una casa en la playa llamada Goldeneye (tal como la pel�cula que vio el debut en el personaje de Pierce Brosnan), escribi� Casino Royale, el primer relato de Bond.
Curiosamente, esta novela fundadora nunca fue llevada apropiadamente al cine. La pel�cula hom�nima es una comedia que poco tiene que ver con el texto, en la que David Niven, Peter Sellers y Woody Allen interpretan diferentes encarnaciones de 007. Reci�n el a�o pr�ximo se ver� una adaptaci�n m�s fiel del relato, protagonizada por Daniel Craig, el reemplazante de Pierce Brosnan (el actor no lleg� a un acuerdo econ�mico con los productores) en el papel central. Si no se cuentan todas las encarnaciones de la previa Casino Royale, Craig ser� el sexto Bond.
Dr. No empez� una de las franquicias m�s exitosas de la historia del cine (que devolvi� la fortuna a la familia de su productor Albert ?Cubby? Broccoli, cuyos ancestros hab�an creado el vegetal hom�nimo). En 1963, sin embargo, el personaje estaba lejos de ser el que conocemos. �D�nde estaba su imperturbable dandismo?; �d�nde estaba el agente Q y sus caracter�sticos gadgets de contraespionaje?; �y donde, los inolvidables one liners? Goldfinger (1965), la tercera y mejor pel�cula de la serie, sentar�a las bases correctas para la dinast�a Bond. Hasta all�, 007 era un guerrero fr�o, un producto de la posguerra en combate singular y despiadado con organizaciones de vago nombre eslavo que amenazan al imperio brit�nico. Tras Goldfinger, el Bond cinematogr�fico se convirti� en un bon vivant (la pel�cula introdujo la ya insoslayable receta del martini ?shaken, not stirred?), un conquistador de mujeres fatales con nombres extraordinarios (esta pel�cula nos dio a Pussy Galore, cuyo nombre puede ser traducido como ?abundancia de vagina?; luego vendr�an Tiffany Case ??estuche de Tiffany?-, Plenty O?Toole ??un mont�n de herramienta?-, Holly Goodhead ??una gran mamada?- y muchas m�s) y un ironista compulsivo que no dejaba escena sin remate. Mucho antes de que Austin Powers creara villanos ins�litos, Bond tuvo a Stavros Blofeld, genio del mal obsesionado con dominar el mundo; a Auric Goldfinger, que asesinaba a sus mujeres y las pintaba de dorado; a Oddjob, asesino chino que lanzaba un filoso bomb�n decapitador; y al mism�simo Dr. No, capaz de matar con un s�lo golpe de su mano met�lica. En Goldfinger, la franquicia encontr� su tono, a mitad de camino entre la pel�cula de espionaje y la autoparodia, que ser�a el secreto de su �xito.
Bond logr� en el cine lo que el imperio brit�nico no logr� en el mundo real: permanecer como un protagonista del destino pol�tico del mundo. En la d�cada del 50 y hasta en los 60 era totalmente veros�mil que un agente brit�nico estuviera en la vanguardia de la lucha contra los enemigos de occidente. Hoy, es s�lo su �xito de boleter�a lo que lo mantiene, ya que la p�rdida de la hegemon�a brit�nica frente al imperio americano vuelve al personaje un dispositivo anacr�nico, un resto del pasado. Aunque el enemigo ya no sea sovi�tico, hay en cada pel�cula de Bond un residuo de su lucha antimarxista. Como se�ala el fil�sofo esloveno Slavoj Zizek, invariablemente el villano de turno muestra a Bond su guarida donde hay una intensa labor -la construcci�n de un cohete, la destilaci�n de drogas- que recuerda la orgullosa presentaci�n de las fuerzas del trabajo por parte del realismo socialista. Bond es el encargado de destruir esa f�brica clandestina, reproduciendo en ese escenario, por un lado la destrucci�n del colectivismo socialista y por el otro, del proletariado por las fuerzas del capitalismo triunfante. A pesar de sus caprichos y rebeld�a con sus superiores, Bond es la �ltima l�nea de defensa del statu quo.
Connery abandono la serie en 1971, con Los diamantes son eternos. Hab�a amagado en Al servicio secreto de su majestad (1969), una de las pel�culas menos ir�nicas de las serie, donde fue reemplazado por el modelo masculino George Lazenby. Sin embargo, el Bond de los setenta ser�a Roger Moore, quien ven�a de encarnar, en televisi�n, a El Santo y a uno de los Dos tipos audaces. Un actor de mucho menor carisma que Connery, la suave elegancia de Moore trajo mayor humanidad al personaje. En su reinado, se profundiz� la v�a del humor, los gadgets complejos y las mujeres f�ciles. Para los a�os 80, el nivel de conciencia e iron�a de la serie con sus propios recursos era tal que la pel�cula del muchas veces negado regreso de Connery se llam� Nunca digas nunca jam�s (1983).
Tras un doble intento fallido con el insulso Timothy Dalton (quien, para colmo, fue el primer Bond casto, a causa del puritanismo que sigui� a la explosi�n del SIDA), la franquicia encontr� al actor irland�s Pierce Brosnan y con �l, al mejor Bond desde Connery. A tono con la correci�n pol�tica actual, este Bond no considera a las mujeres s�lo instrumentos para su placer y no es tan despiadado a la hora de matar. Aunque se toma mucho m�s en serio a si mismo, hay que reconocer que con el nuevo protagonista la serie recuper� energ�a. Est� claro que un buen gui�n y un realizador que entienda la iron�a y la elegancia de 007 ayudan mucho, pero aquello que resulta crucial para obtener un Bond que no decepcione es el carisma de actor principal. Brosnan lo tiene. �Lo tendr� Daniel Craig?
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