jueves, abril 06, 2006

Las correcciones, by Fabi�n Casas

Pocas personas me hicieron sentir que a veces un ser querido puede ser un extra�o. Una de ellas fue mi mam�. Era dif�cil seguirle el tranco. Recuerdo que, m�s all� de cosas �ntimas y personales, ella encarnaba mejor que mi viejo las contradicciones de la �poca que le toc� vivir.

Por ejemplo, una tarde me ret� porque yo hab�a vuelto del colegio cantando: "Lanusse, Lanusse, dej� el sill�n que viene un presidente llamado Juan Per�n". Me dijo que repetir eso como un loro pod�a traernos problemas. Yo tendr�a siete a�os. Despu�s, ya con el General en el trono, le dec�a a mi primo, en las sobremesas familiares (mi primo era de la JP): "Ustedes trajeron al viejo y �ste los va a usar y los va echar a patadas". Dicho y hecho. Pero una tarde, la encuentro llorando en el patio de casa. Hab�an anunciado por la radio la muerte de Per�n. �Por qu� lloraba?

Francisco Urondo era un poeta que buscaba la palabra justa. Un moralista que se hab�a vuelto serio, muy serio. Un ser muy querido me cont� que una tarde se encontr� con Urondo en un sitio clandestino y que �ste le abri� la puerta armado hasta los dientes, con dos tiras de cartuchos de balas que le cruzaban el cuerpo. Pero no era esto lo que lo sorprendi�. Si no el gesto adusto que no le hab�a visto nunca �Qu� pasa Paco? Le pregunt�. El jod�n y mujeriego hab�a militarizado su estado de �nimo. �Por qu� los revolucionarios se vuelven personas serias? Urondo buscaba la palabra justa. Termin� utilizando la puntuaci�n de la pastilla de cianuro. Adorno dice que es precisamente en la puntuaci�n donde el lenguaje escrito se vuelve m�s musical.

Creo que hay cuatro manifiestos literarios que son notables en la literatura argentina. Uno es la carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar. El otro es el pr�logo a Los Lanzallamas de Roberto Godofredo Arlt. El tercero es El escritor argentino y la tradici�n, de Jorge Luis Borges. Y el cuarto, el que metaboliza todo con su humor corrosivo, es el pr�logo de Gombrowicz al genial Ferdydurke. Ah� hay cuatro puntos cardinales donde puede germinar la vida en la gran llanura de los chistes.

Borges, Gombrowicz, Arlt, Walsh, mi vieja... Seres contradictorios e inestables. Egoman�acos, valientes, miedosos, serios, dif�ciles de encasillar. Pobres criaturas abandonadas en esta estaci�n solar.

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