lunes, julio 03, 2006

Waiting for the mundial (parte 6), by Fabián Casas

UN TAXISTA LLAMADO DESEO

¿Pero deseo de qué? El final del Mundial para los argentinos, para esa extraña gente que suele llamarse a sí misma argentina y que reinvindica la bandera nacional, el himno y nuestra superioridad por sobre todas las razas de la tierra, llegó por la vía de los penales en manos de los hombres del Tercer Reich. Y como corolario de esta gesta que va a repertirse dentro de cuatro años (otra vez dentro de exactamente cuatro años, con esa repetición letal de los casamientos -primero el plato frío, baile, después el plato caliente, baile, después a arrojar la cinta, baile, después la mesa de postres, baile, después el carnaval carioca, baile...). Pero bueno, siamo fuori, y quedan en el papel estas notas al pie de atleta:

Uno. Alemania le tenía terror a Argentina. Eso era notable. Pero llega el punctum (como diría mi amigo Gambarotta) del partido: la lesión de Abbondanzieri. ¿Qué hace Pekerman, el tachero? Lo cambia por el arquero suplente que, no me cabe duda, no atajó nunca nada en su vida. ¿Qué tendría que haber hecho? Tendría que haber sacado a Abbondanzieri y puesto en su lugar a Messi ¡Y jugar sin arquero! ¡De una! A esa altura los alemanes perdían deportivamente; ese cambio -un arquero por un delantero- los hubiera acabado psicológicamente. El arco, de siete metros, se les hubiera convertido en la cueva de Jerry, el ratoncito. Y ya no hubieran podido ni levantar las piernas del terror. En cambio, eligió jugar a cuidar el uno a cero y así nos fue. Creo que a los técnicos les falta el componente dionisíaco.

Dos. "¡Ah, lo conozco, es el Estévez, sin metafísica!", dice Fernando Pessoa en su gran poema Tabaquería. Y yo quiero hablar de Tévez, sin metafísica. Los partidos los ganan los tipos como él. No le importaba que enfrente estuviera el equipo alemán, el organizador de la Copa, Beckenbauer, ni el negocio del siglo, ni nada de nada. Tévez, sin metafísica, va para adelante a todo lo que da. Y al lado suyo los demás jugadores parecieron eso: jugadores. Con Tévez vale molinete.

Tres. Caniggia era un jugador de Selección. Era difícil identificarlo con alguna camiseta de las que usó (porque de algo hay que vivir). Riquelme, en cambio, es de Boca. Y sólo funciona en Boca. Aparecía en los clásicos contra River y hasta contra el Real Madrid. Pero en este último partido terminó pidiendo el cambio porque creo que sintió que podía llegar a entrar EN LA HISTORIA. Y ahí uno se tiene que encontrar con Felipe Pigna, y eso puede ser mortal.

Cuatro. ¿Existirá algún día una selección nacional que se comporte como amateur. Que no dé reportajes, que no aparezca haciendo publicidades ridículas, que sólo se dedique a jugar... Y que no aspire a un lugar entre los cómicos de Videomatch del infradotado de Tinelli.


Epílogo. Los últimos dos partidos de Argentina los vi en Medellín, Colombia. Mientras los transmitían por la TV, la voz de un locutor parecido a Riverito, decía: "GUERRILLERO, DESMOVILIZATE, METE EL GOL DE TU VIDA. TERMINA VIENDO EL MUNDIAL JUNTO A TU FAMILIA".

Me dijeron que una de las hijas de Maradona está saliendo con el Kun Agüero. De ahí puede salir el polvo que le pegue con las dos.

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