martes, marzo 20, 2007

Waiting For the Mundial (2010), by Fabián Casas

RAYMOND PARA PRINCIPIANTES

Los primero que recuerdo es, creo, el invierno del 79. A medianoche bajaba de mi pieza y mi viejo estaba tomando mate con mi vieja frente al televisor en el que veían los partidos en directo del juvenil de Menotti que salió campeón del mundo. Qué hermoso era estar en la pieza de mis padres, iluminados por la televisión donde daban fútbol mientras afuera todavía hacía frío (esto fue antes de los grandes cambios que nos llevaron a estos otoños asmáticos y sudorosos).

Bueno, ahí vi jugar por primera vez a Ramón Díaz. Un crack. Era un jugador de la noche que la estaba rompiendo en el país de Mishima. Muchos años depués yo le estaba haciendo un reportaje a un gran jugador de River -de ojos saltones, como el dueño de Garfield- que había estado bajo las órdenes de Ramón. Cuando le pregunté sobre la idoneidad del técnico -algo de lo que en el ambiente del fútbol se dudaba- me dijo, con una sonrisa en los labios: "La charla técnica la daba yo, papá". Para mí quedó claro que Ramón Diaz era un testaferro de los grandes jugadores que le tocaban en suerte.

Una mañana me desperté y este hombre estaba en San Lorenzo. Rodeado de gente que detesto -con Tinelli en el primer lugar de mi ranking-. Mi viejo, que votaba a Manrique cuando era joven, que se emocionaba con Perón y que pensaba que los militares no eran tan malos a fin de cuentas y que le reconocía un gran carisma a Menem (en suma, uno más de los muchos de clase media baja como todos nosotros, que somos los esclavos tristes sobre los que reinan políticos impotentes), estaba exultante ante la llegada del ex técnico de River.

A mí me costó sacar alguna conclusión sobre nuestro nuevo DT. Por un lado, pensé que iba a hacer un vaciamiento del club: decía que iba a comprar a Messi, Batman, Superman, Brad Pitt, Saviola, Ronaldinho, Etóo, y demás superestrellas. Pero sólo trajo a Ledesma y a la Gata Fernández y consiguió ganar la pulseada por Lavezzi (no sólo retuvo a Lavezzi, sino que lo puso en la cancha en una versión reloaded).

Ahora han pasado cinco partidos y jamás pensé que Raymond iba a subir al Casla a la punta de la tabla con tanta autoridad. Tengo una hipótesis sobre Ramón Díaz: es un jugador muy bueno de póker. En el póker ayuda la suerte, pero también juega la habilidad o la temeridad del jugador. El jugador de póker sabe mentir: Ramón lo hizo con los refuerzos prometidos. El jugador de póker pone cara de póker si tiene ases o si está en el horno. Ramón lo hace cuando consigue que todas las miradas se centren en él (como esos tomates de plástico que tenemos en la heladera para absorver el olor mediante un carbón que tienen escondido en el centro) y deja que sus jugadores sólo piensen en jugar. Ha construido un San Lorenzo de overol, sin grandes lujos, que puede hacer pie en un campeonato mediocre hasta el momento.

Merlo, con un Racing penoso, salió campeón. Cuki, un amigo mío, me contó que se cruzó con Ramón en un casino, en una mesa de Black Jack. Ramón abrió dos juegos con sendos reyes e, inmediatamente, a cada uno le llegó un as. Ser un hombre del destino -el amor fati del que hablaba Espinoza- es aceptar lo que le toque a uno en suerte. No ser un llorón que siempre piensa que alguien le está haciendo algo. Passarella es un llorón. Yo creo que Ramón ni siquiera tiene cábalas. Se deja puesta esa remera negra con rayas blancas, que lo hace parecer un mangangá, sólo para despistar. Para que crean que le están viendo las cartas. Continuará...

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