jueves, octubre 18, 2007
Niembro y los X-Men, by Fabián Casas
Escribo para recomendar uno de los mejores programas cómicos de la TV cerrada: Fernando Niembro y los X-Men. Creo que ya desde el año pasado los vengo picoteando de a poco y siempre garpan. Siempre se me mete en el medio del zapping y a veces hasta agarro las repeticiones, ¿pero lo repiten? ¿O será que es tan parecido que va mutando de a poco y en realidad no son repeticiones, sino que lo agarré justo en el momento en que se parece a sí mismo? Es un poco como las partidas de ajedrez, que a veces se van repitiendo, cada contrincante sabiendo la pieza que debe mover, y de golpe, !zas!: alguien mete la jugada maestra y el tablero se incendia. Lo cierto es que Niembro y los X-Men es hiperrealismo y humor de alto vuelo. El tipo canoso, pulcro, con un preinfarto a cuestas, se encarga de producir un debate infinito con cualquier boludez que le tire la producción. Hay algo claro: Niembro es del bando de los malos. No es de los periodistas deportivos progres. No le interesa el jogo bonito ni el achique, ni compara lo que se hace en el campo de juego con la vida. No escucha a Serrat y a Sabina ni le parecen geniales Fontanarrosa y Rep, y no cree que K es la imagen del cambio, salvo que le convenga. Niembro es pragmático; cosecha en sí mismo todas las virtudes de la televisión argentina: chivero, acomodaticio, mentiroso, cruel, facho, conservador... En fin, una pinturita de derecha (hay idiotas por ahí que piensan que la díada de derecha e izquierda ya no sirve para pensar la tensión entre fuerzas), casi, casi como un enemigo del Hombre Araña sacado de la pluma de Stan Lee. Y en el programa en cuestión está rodeado de unos muñecos letales que no le van en zaga. Por ejemplo, el Beto Alonso. Su poder mutante, sin dudas, está basado en que es una granada de pus, de mala leche. ¿Qué le pasó a Alonso? Me acuerdo cuando jugaba para River: era un tipo hermoso, con peinado beatle, un jugador extraordinario. Yo padecí lo que es que tu equipo juegue contra Alonso iluminado. Fue, creo, en el 75, y me fui llorando de la cancha por la impotencia de tanto talento y belleza en el bando contrario. ¿Cómo se convirtió entonces en esa figura gris, que parece siempre agazapada para emitir su bocanada de mierda contra la jugada o jugador que haya que analizar? ¿Cómo mutó? Otro caso es el Profe Córdoba: no sólo tiene escandaletes románticos con su amante, que intentó acuchillarlo, sino que al quedarse pelado optó por un implante que hace que su cabeza parezca una alfombra de Kalpakián al ras. Eso sí, de primera calidad. Otro mutante notable es El Hombre de la Máscara de Hierro, más conocido como el Bambino Veira. Nunca tiene desperdicio, no sólo por las ya famosas frases, sino porque también demuestra una notable voluntad para elogiar y felicitar a quien se le ponga delante. Veira no tiene enemigos. Ese graffiti está en su mente desde que se abrieron las puertas de la cárcel donde pernoctó tiempo atrás. También están Latorre y Merlo, uno que intenta ser analítico hasta el hartazgo y otro que debería estar subtitulado porque parece Alf afónico. A veces, en los convites, entra algún jugador retirado que ande por ahí: Bertoni, por ejemplo. O un ex árbtitro. Recuerdo un programa donde Niembro quería mostrar al jugador del futuro. Logró generar una tensión en el programa anunciando que íbamos a ver una jugada genial de Fernando Gago que cambiaría al fútbol argentino en un antes y después. Cuando finalmente la vemos, aparece Gago tirándose a los pies de un rival, barriéndolo. Las cámaras vuelven al panel de los X-Men y todos están tiesos porque no entienden nada. La verdad, nadie entiende nada. ¿Qué tiene de raro que alguien se tire a los pies? Niembro dixit: "Gago es un jugador elegante, como Fernando Redondo, pero en esta jugada demuestra que no sólo sirve su calidad, sino que también se puede tirar a los pies. Esto es lo que está cambiando en el fútbol argentino, la mentalidad". Ponchan la cara de Alonso, los ojos vidriosos, el pelo canoso, estremecido por el odio. Ponchan la cara de Veira: una sonrisa ensayada en stand by. Niembro dice: "Un corte y debatimos". Risas y aplausos.
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