viernes, octubre 16, 2009

El gordismo (y si no, chupala), by Fabián Casas

El Gordismo es una forma de vida. Surge del fanatismo por Diego Maradona y se afianza y crece a medida que el protagonista central tiene vicisitudes que lo mantienen entre la vida y la muerte. El Gordismo no es una religión, pero es un fanatismo. Aunque anida en su centro un descreimiento cabal: el protagonista es un sujeto maravilloso pero no trascendental. Cualquier gordista lo sabe: Maradona no hace milagros y aunque se lo apoda "Dios" se sospecha que es un simple mortal con una calidad extraordinaria para jugar al fóbal y una mente endiablada, casi de un publicista, para largar frases y slóganes: "Más falso que un dólar celeste", "Se le escapó la tortuga", "Billetera mata galán", "La pelota no se mancha", "Mascherano y diez más", "Mascherano, Jonás Gutiérrez y nueve más", etc. El Gordismo practica un sincretismo desaforado: es peronista, guevarista, menemista, capitalista, anticlerical, religioso, medium, esotérico, cavalista y todo lo que se ponga por delante. Los pobres practican el Gordismo cuando la única utopía que les queda es poder dar una vuelta olímpica. Y las clases medias practican el Gordismo cuando lo único que les importa -caiga quién caiga- es que no les toquen el culo, el cable y sus ahorros. El Gordismo, de esta manera, es conservador. También es nacionalista, ya que postula una superación del ser nacional. De esto se infiere que el Gordismo no es exclusivo del fútbol. Hubo Gordismo en la final de la Davies contra los españoles, sobre todo cuando el público gritaba, extasiado: "Verdasco tiene miedo, Verdasco tiene miedo". Y hay Gordismo cada vez que un atleta argentino gana porque...es argentino. Los gordistas son de derecha y humanos. El Gordismo improvisa, nunca planifica, busca más el efecto que el corazón de las cosas. El gobierno es gordista cuando prefiere fútbol free que hambre cero. El Gordismo tiene vocación de poder, nunca vocación de servicio. En esto, es igual a casi toda la camada política que viene repartiéndose el poder en nuestro país. El Gordismo es adicto a las cámaras, a los micrófonos. Lo que no sucede en la realidad virtual, no tiene peso ni merece ser vivido. El Gordismo es esclavo de la representación. Nunca le habla a uno solo y en privado. Siempre que habla, aunque se dirija a una persona en cuestión, necesita que lo escuche el coro griego de fondo. El Gordismo es trágico, cómico y melodramático. Por lo general, su combustión, la energía con la que se mueve, se saca de la leña del árbol caído. ¿Que la selección no clasifica para el mundial? Para el Gordismo eso no es un problema, ya que tiene un fuerte componente masoquista que hace que se potencia con las malas noticias.¿La selección finalmente se clasifica y gana el mundial? Eso también está en los planes del Gordismo, que sabe que todo es posible en la viña del...Gordismo. El off de récord es donde más crece el Gordismo. Se dice -seguramente lo hacen correr los gordistas- que después de que la Selección perdió con Chile Maradona llamó a Heinze, Riquelme y Mascherano para que se carguen a Basile y que el Emo de Boca fue el único que se negó a ese plan extorsivo. ¿Será cierto? Lo cierto es que el Gordismo viene reinando en el país desde hace más de 30 años y recién la aparición de Lionel Messi le hizo imaginar un futuro sin gordismo o negociado con el Messismo. Pero Messi a diferencia de Maradona, tiene un problema clave difícil de digerir para los miles de carapintadas con Legacy. No es argentino. De hecho, es gracias a la Madre Patria y los Euros del Barcelona que el joven nacido en Rosario puede jugar en las grandes ligas. Es gracias al Barsa que Messi y su familia tiene un futuro por delante. Fue en los laboratorios del Barsa donde lo alargaron, lo cuidaron con algodones y le dieron una identidad. Fue en el césped ultracheto y sofisticado del Barcelona donde se lo rodeó de un equipo de jugadores notables que juegan para Messi pero que, también, saben que Messi juega para ellos. Nunca, nunca, hemos visto a un niño tan bajo saltar tan alto y poder meter ese cabezazo mortal y esquinado que enloqueció al arquero del Manchester United. ¿Qué es lo que hizo levitar a Messi de esa manera sobrenatural?, se pregunta el Gordismo, desesperado. Respuesta: el amor, la gratitud. Porque Messi, acá, en este bendito país de ganadores, hubiera terminado jugando en el fútbol cinco con suerte o como uno de los Grosos de Tinelli. Porque siempre, si a uno le va mal, está la carcajada de Tinelli para atemperar las penas. No hay rescoldo de la noche del país donde junto al brillo de los televisores y el calor de las estufas no se filtre también la carcajada de Tinelli. El Tinelismo y el Gordismo pueden ser amigos o enemigos, pero están construidos con el mismo barro. Los que entren ahí, que abandonen toda esperanza.

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