viernes, agosto 08, 2003

Hern�n dice: DISCO DEL A�O: BLEMISH


Como casi todas las carreras forjadas en el g�lido fuego del glam rock, la de David Sylvian se hizo en la continua reinvenci�n de s�: del poseur(Japan) al Artista (primeros discos solistas), del m�sico an�nimo (colaboraciones con Holger Czukay, discos ambient) al prog-rocker gag� (colaboraciones con Fripp). Esta �tima encarnaci�n, la peor de todas, lo llev� a un callej�n sin salida y a cinco a�os de silencio (1994-99). Su disco de regreso fue un intento de volver al �ltimo momento en que su m�sica hab�a sido verdaderamente cautivante. El t�tulo, la voz, la instrumentaci�n, todo en Dead bees on a cake (1999) remite a Secrets of the beehive (1987), el tercero de sus maravillosos tres primeros discos solistas, como si esos doce a�os no hubieran existido. El nuevo, Blemish ("m�cula", aunque el disco es exactamente lo contrario), va a�n m�s atr�s, a 1982-84, el momento m�s fulgurante. Este disco produce el milagro, la transmutaci�n de Sylvian: lo aleja de su encarnaci�n de Bryan Ferry pasado por el filtro de las grabaciones de ECM y recupera el estado de gracia de tracks imperecederos como "Ghosts" o "Brilliant Trees", �nicos por su combinaci�n de hermetismo y accesibilidad, por su trabajo simult�neo sobre la textura del sonido y la forma canci�n. Blemish retoma y expande esta l�nea de trabajo, la mejor de todas. Sus tracks son, al mismo tiempo, improvisaciones abstractas y pop. "Vocals? Ok", se escucha decir a un sorprendido Derek Bailey, guitarrista invitado, al comienzo del segundo track. Las exploraciones de Bailey en la guitarra suenan como si alguien tirara el instrumento escaleras abajo y luego eliminara todo el sonido de los golpes de la madera con los escalones. Con lo que queda, y su propia voz, Sylvian se las arregla para crear canciones. Christian Fennesz, en "A fire in the forest", la mejor canci�n del a�o y punto, aporta capas de sonido extra�das de su laptop a la voz descomunal de Sylvian, quien otra vez encuentra una canci�n donde no existe. El resto del disco fue hecho a solas por el cantante. La m�sica carece de estructura: no lineal, no c�clica, es un estado de �nimo hecho sonido.�Las letras van de la mano con la m�sica: son m�nimas, un mantra, escenas dom�sticas de una melancol�a infinita, un relampago de espanto en medio de lo cotidiano. La voz de Sylvian, mejor que nunca y nunca tan en primer plano, nos susurra al o�do, reduce la distancia casi a cero, acaso para perturbarnos m�s. En su juego de reconciliar opuestos, este disco revela la inquietud de la intimidad, nos pone de cara a lo siniestro. De ah�, su seducci�n.

Nota: hay otro comentario, igualmente encandilado, de Sir Paul Strozzer un poco m�s abajo. Los lectores de Inrocks ya saben que este comentario apareci� -un poco m�s breve- all�.

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