jueves, agosto 14, 2003

Lingenti dice:

Sobre la anulaci�n de las leyes de impunidad
JUGAR PARA LA TRIBUNA

Argentina sigue revel�ndose como un pa�s curioso. Es lo primero que pens� cuando esta semana vi por TV al diputado del PJ Oraldo Britos s�bitamente transformado en f�rreo defensor de los derechos humanos, igual que muchos otros de sus colegas que mantuvieron un inconmovible silencio sobre el tema durante muchos a�os, ofreciendo un encendido discurso en el Congreso, como corolario de la anulaci�n de las leyes de impunidad que se vot� en la C�mara Baja.
En medio de la algarab�a general -a la que se sum� todo el progresismo vern�culo- hubo dos voces disonantes, escuchadas con diferente atenci�n: la del vicepresidente Daniel Scioli, que extra�amente tuvo una semana algo d�scola y muy medi�tica, y la de Luis Zamora, sobre la cual se tendi� un claro manto de silencio.
Ni P�gina/12, muy ocupado en reafirmar el tono celebratorio con el que eligi� dar a conocer la noticia, ni Clar�n (por mencionar a dos de los diarios que mayoritariamente leen los bienpensantes nacionales) le dieron un espacio, ni siquiera moderado, a la postura del diputado de Autodeterminaci�n y Libertad, que se abstuvo en la votaci�n del martes luego de aducir que la anulaci�n no incluye a los indultos y que tampoco cambia en nada la situaci�n de las causas que est�n en los tribunales.
Zamora agreg� que "la anulaci�n tuvo como objetivo pol�tico evitar el camino de las extradiciones", algo que suena, como m�nimo, atendible. Hay un dato que apoya su sospecha: m�s all� del car�cter simb�lico de esta medida, lo cierto es que cada juez podr� resolver lo que desee sobre los casos de militares procesados por violaciones a los derechos humanos.
Por otra parte, y como bien se�al� Daniel Gutman en su columna de Clar�n del mi�rcoles �ltimo, "el camino elegido por el Gobierno -una ley que anule las leyes del perd�n para que desaparezcan como si nunca hubieran existido- es poco ortodoxo. De acuerdo a la divisi�n de poderes establecida por la Constituci�n, es la Justicia quien controla la validez de las leyes y eventualmente puede dejarlas sin efecto. Hasta ahora, siempre que el Congreso quiso revisar una decisi�n propia, lo hizo derogando esa ley pero s�lo con efecto hacia el futuro".
La decisi�n del Congreso, calificada por especialistas en Derecho de distintas extracciones ideol�gicas como una aberraci�n jur�dica, de ninguna manera obliga a los jueces a considerar anuladas las leyes de impunidad, lo que induce a pensar que la celebraci�n a la que sumaron muchos es un poco apresurada.
En realidad, lo que Zamora subray�, utilizando simplemente el sentido com�n, es que es mucho m�s probable que los represores sean juzgados en el exterior (cosa absolutamente razonable teniendo en cuenta que se los acusa de delitos de lesa humanidad, imprescriptibles y de alcance universal) que aqu� en el pa�s.
El escenario podr�a cambiar con la llegada de Eugenio Zaffaroni a la Corte Suprema, es cierto, pero eso a�n no es un hecho y es leg�timo inferir que se trat� de detener un proceso seguro y expeditivo (el del juzgamiento en el exterior) para reemplazarlo por otro que sumar� una nueva dilaci�n, sobre todo teniendo en cuenta la velocidad de caracol de la Justicia argentina.
Zamora puede tener raz�n o no, pero aqu� no hubo mucho espacio para el disenso y sobr� "gente jugando para la tribuna", como se suele decir en la jerga futbolera. Resulta extra�o que muchos de los perjudicados por la violencia de un r�gimen de facto (esto es, que desconoci� por completo los mandatos constitucionales), celebren un nuevo manoseo a la institucionalidad. Tan extra�o como la conformaci�n involuntaria de un frente pro-juzgamiento de los represores militares en la Argentina que uni� a P�gina/12 con Oraldo Britos y a los organismos de defensa de los derechos humanos con Antonio Laje. Argentina, qu� duda cabe, es un pa�s curioso.

Alejandro Lingenti

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