Ser como Tony y Douglas (uno de los dos era igualito a V�ctor Hugo Morales) y poder viajar en la m�quina del tiempo. Viajo para atr�s, a 1986. Estoy en un camping salte�o -tengo 21 a�os- con varios amigos de Filosof�a y Letras. Nos est� pasando algo incre�ble: estamos viajando.
Una tarde le vendo mis botas n�uticas al sereno del camping y me voy a una librer�a a comprar la obra po�tica completa de Juan Gelman, editada por Corregidor (un par de a�os despu�s, Gelman me dir� que esa edici�n est� repleta de erratas). Pero para m� no hab�a errata que valga, ya que mi propia formaci�n po�tica era una gran errata.
As� que leo ese libro de Gelman tirado al sol, en mi bolsa de dormir, a cielo descubierto. Me acuerdo que pensaba: "�d�nde estar� este tipo?". En aquella �poca me bancaba hasta el caballo de la calesita, la sirvienta de 17 a�os -���que se llamaba Mar�a!!!- y la mujer que se parec�a a la palabra nunca.
Con el paso del tiempo, la obra po�tica de Gelman se decant�. Y creo que un s�ntoma inequ�voco de su influencia se puede ver en su �ltima visita al pa�s para celebrar no s� cuantos a�os de la aparici�n de "Viol�n?". Es decir, s�lo influye en los medios. Porque cuando Gelman regres� al pa�s en el 88, despu�s de que se le levantara la prohibici�n para hacerlo, fue recibido por muchos poetas j�venes. Esta �ltima vez, en cambio, no lleg� como poeta, sino como gerente de contenidos de los lugares comunes de cierta cr�tica progresista.
No hab�a poetas j�venes, esta vuelta. Hab�a premios, diputados, t�tulos honor�ficos, reportajes, etc. Y esto se nota en su obra, desde, digamos, "Salario del imp�o", el �ltimo libro donde todav�a late algo de su m�s maravillosa m�sica (que hizo eclosi�n en "C�lera Buey"). Pero Gelman, a diferencia de Yeats, quien a la vejez la empez� a romper cruz�ndose con los poetas m�s j�venes y otorg�ndole rabia a los yelmos irlandeses, Gelman, dec�a, ya no lee m�s poes�a. No es como Le�nidas Lamborghini, un laboratorio alqu�mico abierto d�a y noche. O como Giannuzzi, quien, hasta �ltimo momento, no paraba de leer "lo que est�n produciendo mis nietos".
Ser como Tony Douglas para ver -desde el 73- como un poeta Montonero, en un incre�ble futuro, se arrodilla para recibir el premio que le otorga una reina espa�ola. �No quer�amos cambiar la vida? �No est�n abolidos los t�tulos de nobleza?
Gelman. El Hombre Gel. El gel o glostora que hac�a brillar bajo la luz lunar de los setenta el cabello de los montos que -oh, C�sar- iban a morir. Y no te saludaban. Te insultaban. Mientras vos los echabas de la zapla.
Pero las cosas no son tan simples. Yo creo que el genio aparece cuando alguien produce cosas que, en definitiva, no le pertenecen. Cuando algo escribe en uno m�s all� del oficio y la pericia t�cnica que se pueda haber adquirido. Es m�s, se podr�a decir que incluso se escribe contra esa habilidad t�cnica. Lo vemos en Vallejo, Lo vemos en el Gelman de "Sydney West", en el intimismo de "C�lera Buey". Esa maravillosa m�sica es la que hace que, a�n hoy, un poema tu�onesco y llor�n como el del alba�il Ira�aca siga emocionando.
"�D�nde est� tu coraz�n? �Tiene que venir tambi�n tu coraz�n?", le dice la muerte. E Ira�aca le contesta: "Mi coraz�n, oh muerte, ha hecho su casa en una mujer".
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