Strozza y yo nos hemos visto mucho más de lo común en estos días. Entre otras ventajas que trajo aparejada esa mini-convivencia, me ligué de su parte un gran regalo, la biografía de Hemingway que escribió Anthony Burguess, en una edición muy coqueta que Pablo trajo desde su otra experiencia cinéfila reciente en MDP.
Arrancamos nuestro primer día en el festival viendo 9 Star Hotel, un shockeante documental de Ido Haar que cuenta la miserable vida de un grupo de trabajadores palestinos que debe ocultarse en unas colinas cercanas a los territorios ocupados por el estado de Israel para evitar ser apresados por sus fuerzas de seguridad. Coincido con Pablo: no es una película para ver si uno está bajo de defensas emocionales. Y la conclusión es obvia: gente que trata así a los demás no puede tener razón. Fuck off, Israel.
Después vimos un documental sobre los problemas de Lennon en USA que no agrega demasiado a lo que se sabe hace rato y que además presenta una visión idílica del ex beatle que se parece mucho a la versión de la historia que Yoko Ono prefiere difundir. Hay mucho material de Anthology y pocas ideas e información nueva. Cada aparición de Lennon es formidable, como también se sabe de sobra. Pero Lennon es un personaje mucho más complejo y con más contradicciones que el que presenta la película. Lo mejor de ese día fue encontrarse con DJ JavDiz, en la cumbre de su popularidad en los ambientes nocturnos, y el nuevo zar de la literatura vernácula, Mariano V. Y lo mejor de lo mejor, la magistral pizza de Burgio (Cabildo al 2400), que le rompe el culo a los inventos gastronómicos de Palermo Hollywood, ratifica que la pizza es al molde o no es y deslumbra por la atención a la bartola de su heterogéneo plantel de mozos.
El jueves vimos la primera tanda de films de Peter Whitehead, reportero privilegiado de los felices 60. Luego de superar el malestar que le produjo el mal funcionamiento del aire acondicionado y la decisión de la gente de la Alianza Francesa de dejar las luces de la sala encendidas durante los primeros quince minutos de la exhibición, Strozza aprobó el menú. A mí me gustó mucho más la película que este muñeco hizo sobre el Swinging London (Tonite Let's All Makes Love in London), sobre todo por las declaraciones de Michael Caine y Julie Christie y la impagabale secuencia de Vanessa Redgrave cantando como el culo Guantanamera. Las películas de Whitehead permiten inferir, además, que los Stones no se hubiesen convertido en la merda que son hoy de haber seguido Brian Jones con vida y en la banda.
Luego vi Monkey Warfare, la película de un gigante de pelo largo al que le pregunté algo en la puerta del Atlas Santa Fe sin saber que era canadiense, lo cual complicó un poco la charla. Por lo que leí en otros blogs, la película gustó bastante. A mi me parece que tiene una primera mitad interesante (la que narra la relación que se arma entre una pareja de ex militantes setentistas y una jovencita dealer que sólo podría dedicarse a esos menesteres en una ciudad como Toronto). Todo lo que viene después, algo que el director nos quiere decir sobre la evolución de la política de aquellos tiempos revolucionarios hasta hoy en un tono entre semicínico y nostálgico, me resultó confuso y hasta haragán, pero a la gente que colmó la sala le pareció digno de un cerrado aplauso. Sobre las comparaciones con Godard prefiero no opinar...
Old Joy, la película con la que convencí a Casas de que pise el festival, fue en cambio lo mejor que vi hasta ahora. Una película sencilla y muy emotiva sobre la amistad masculina que, curiosamente, hizo una mujer. Wild Oldham la descose y la música de Yo La Tengo es tan discreta como lo requiere la historia. Encima, dura apenas 75 minutos. Ojalá la estrenen.
Los dos documentales de Jem Cohen que vimos son extraordinarios, a la altura de las bandas a los que están dedicados, The Ex y Fugazi. No se los pierdan. Me animo a decir que hay que ver todo lo de este Cohen, que suele filmar casi en solitario, con los medios que tiene a su alcance, una política en extrema sincronía con los universos y personajes que retrata. El partido Estudiantes - San Lorenzo y el cumpleaños de Casas en un lugar donde hay que ser experto en astronomía y física cuántica para pedir los platos (un invento de la mayor artista conceptual de la actualidad porteña, GG Masche) impidieron que veamos más películas el sábado.
Hoy, domingo, vi Copacabana, documental de Martín Rejtman sobre la comunidad boliviana en Buenos Aires que originalmente se iba a exhibir en Ciudad Abierta (creo que con el cambio de autoridades nunca lo mostraron). En todo caso, la extravagante idea de que Rejtman sea el elegido para ese trabajo dio buenos resultados: la película denota al mismo tiempo extrañamiento, curiosidad y respeto por lo que muestra, algo que no es tan frecuente en un género más dado a bajar línea sin más. Tal como decía alguien a la salida de la función, Copacabana deja con ganas de ver más de esa historia que Rejtman cuenta con sutileza e inteligencia.
Ahora se impone TyC Sports, a ver si el cantante de protesta que dirige a River puede cambiar la historia contra un equipo que tiene como figura a un tipo que se llama Pepino...
Good afternoon.
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