martes, diciembre 18, 2007

Waiting for the mundial (reloaded), by Fabián Casas

Ceferino juega en Boca

Lo primero que hay que decir: si Riquelme estuviera en el equipo de mi alma, lo defendería a muerte porque, jugando en Boca, ha demostrado que es un jugador letal. De hecho, el problema grave que padece Miguel Angel Russo es que quedó la impresión (en los corazones de los bosteros y en las retinas de los no bosteros) que la Copa Libertadores la ganó Riquelme. Ni Russo, ni Boca. Riquelme. El diez despreciado por el chileno Manuel Pellegrini parece más grande que Boca, ya que cuesta imaginar un team que esté a la altura de su juego, que lo metabolice y lo potencie.

Hoy en día, Boca sin Riquelme es un equipo más y con Riquelme es un equipo de cuidado. Algo similar pasó con el Gordo Infame en el Mundial 86. Hablábamos de equipo de cuidado. Cuidado es lo que hay que tener con Riquelme. ¿Por qué? Porque es un tipo que, como un agujero negro, devora energía, atrae hacia su centro todo lo que ande dando vueltas por su entorno. Ya se morfó a Russo. Si Boca le ganaba al Milan, todos hubieran dicho que la presencia de Riquelme en la tribuna y arengando en los vestuarios, resultó fundamental. Es decir, Russo termina siendo un testaferro, alguien que ocupa un lugar de adorno, como para no cargarle al diez la responsabilidad de también tener que sacar a alguno de sus compañeros y disciplinar el plantel.

Lo que quiere decir que Boca pende de un hilo delgado, de cara a este año que se viene. Se sabe que Riquelme juega si todos cantan el karaoke de su ánimo. Si no, siamo fuori. Dicho esto, es notable que Riquelme sólo juega en Boca. O en la selección, mientras esta se parezca a Boca. Es decir, con un técnico funcional a sus pedidos y a sus tiempos, poniendo al equipo al servicio de un tipo que festeja los goles con la cara de Ceferino Namuncurá.

¿Por qué está enojado Riquelme? ¿Contra quièn hace los goles que festeja con los brazos abiertos y cara de martir como si lo estuvieran empalando? ¡Qué diferencia con Caniggia, que se reía como patán, el perro de Pierre Nodoyuna, después de hundir con un certero cabezazo el negocio de Italia en el Mundial 90!

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