Pablo dice:
Ayer por la mañana cumplí uno de mis rituales inevitables cada vez que visito esta ciudad: la caminata, por la costanera, desde el centro a Playa Grande. Si bien la ciudad está hermosa, hay ciertos lugares (por Playa Chica y Cabo Corrientes) en los que la roca que bordea el mar esta rota, como si hubiese habido alguna clase de choque automovilístico. Al llegar a Playa Grande, antes de subir a Alem a beber un rico café (y antes de chequear, con sumo orgullo, que en una librería ubicada en esa calle queda sólo un ejemplar de Los Lemmings de Fabián Casla, "un libro que salió bastante", según el dueño del lugar) bajé al mar, y pude observar como la ciudad se recortaba frente mío vacía, como si fuese una maqueta.
Hoy el día amaneció gris, y el frescor marítimo se siente, pero no molesta en lo más mínimo. El plan para hoy es casi perfecto: café en La Boston en breve para seguir con la Sra. PD James, almuerzo en Quilmes, siesta y cena en Baviera, esto último espero que con La Rubia Alejandro (sic) + El Oso Vitalli + Marisita (mis afectos más cercanos acá). Hice recorrida de librerías y discos, pero ya se los contaré (en cuanto a lo gastronómico, las hamburguesas y los churros de Manolo siguen siendo imbatibles). Stay in tune.
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